Carl Marx died 1883 aged 65
Ainda recordo a casa de minha tia-avó
e esse par de gravuras:
Um cavaleiro na casa do alfaiate, Grande desfile militar em
Viena, 1902.
Dias em que já nada de mal podia
acontecer. Todos levavam a
sua pata de coelho atada à
cintura.
Também minha tia-avó - vinte anos e
o chapéu de palha ao sol,
preocupando-se
apenas
em manter a boca e as pernas bem
fechadas.
Eram os homens de boa vontade e
orelhas limpas.
No music-hall os anarquistas,
loucos barbudos e envoltos em cachecóis.
Que outonos, que verões.
Eiffel fez uma torre onde se lia:
“até aqui chegou o homem”.
Outra gravura:
«Virtude, amor e ciúme protegendo as
boas famílias.»
E isso quando o velho Marx ainda não
tinha vinte anos de idade sob esta erva
- gorda e eriçada, boa para os
campos de golf.
As coroas de flores e o caixão descansaram
três vezes
junto à colina
e depois foi sepultado
junto ao túmulo de Molly Redgrove «bombardeado
pelo inimigo
em 1940 e logo
reconstruído».
Ah o velho Karl moendo e derretendo
na marmita os diversos metais
enquanto os filhos saltavam das
torres de Spiegel às ilhas de Times
e a sua mulher fervia as cebolas e a
coisa não avançava e depois
sim e então
veio o da Praça Vendome e Lenine e o
montão de revoltas
e depois
as damas temeram algo mais do que uma
mão nas nádegas
e os cavalheiros puderam
suspeitar
que a locomotiva a vapor já não era
mais o rosto da felicidade universal.
“Assim foi, e estou em divida
contigo, velho desmancha-prazeres”.
António Cisneros
KARL MARX DIED 1883
AGED 65
Todavía
estoy a tiempo de recordar la casa de mi tía abuela y ese par de grabados:
Un caballero en la casa del sastre, Gran desfile militar en Viena, 1902.
Días en que ya nada malo podía ocurrir. Todos llevaban su pata de conejo atada
a la
cintura.
También mi tía abuela —veinte años y el sombrero de paja bajo el sol,
preocupándose
apenas
por mantener la boca, las piernas bien cerradas.
Eran hombres de buena voluntad y las orejas limpias.
Sólo en el music-hall los anarquistas, locos barbados y envueltos en
bufandas.
Qué otoños, qué veranos.
Eiffel hizo una torre que decía «hasta aquí llegó el hombre». Otro grabado:
«Virtud y amor y celo protegiendo a las buenas familias».
Y eso que el viejo Marx aún no cumplía los veinte años de edad bajo esta yerba
—gorda y erizada, conveniente a los campos de golf.
Las coronas de flores y el cajón tuvieron tres descansos al pie de la colina
y después fue enterrado
junto a la tumba de Molly Redgrove «bombardeada por el enemigo en 1940 y vuelta
a
construir».
Ah el viejo Karl moliendo y derritiendo en la marmita los diversos metales
mientras sus hijos saltaban de las torres de Spiegel a las islas de Times
y su mujer hervía las cebollas y la cosa no iba y después sí y entonces
vino lo de Plaza Vendome y eso de Lenin y el montón de revueltas y entonces
las damas temieron algo más que una mano en las nalgas y los caballeros
pudieron
sospechar
que la locomotora a vapor ya no era más el rostro de la felicidad universal.
«Así fue, y
estoy en deuda contigo, viejo aguafiestas».
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